Álvaro Ramírez Velasco
Sin la intervención de falsos gestores que presumen una apócrifa cercanía con Palacio Nacional y con las cabezas del Gobierno federal, armado con su oficio, capacidades políticas y con Puebla como bandera, el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina ha logrado en 50 días una cercanía intensa y sin intermediarios con el Presidente de la República, los principales secretarios de Estado, gobernadores y gobernadoras, que le dan lugar inequívoco de pares, al igual que los líderes políticos de la Cuarta Transformación.
La fortaleza y habilidad que ha demostrado el político poblano ha tomado por sorpresa a esos petulantes que se atrevieron a ofrecerle “apoyo” para acercarlo al poder federal, o que, desde una desmesurada soberbia, dijeron “vamos a ayudarle”. Sergio Salomón no ha necesitado de ninguno de ellos. Es más, ha podido despreciarlos desde el estilo cordial que lo caracteriza.
En apenas 50 días, con la legitimidad de representar a todos los poblanos y las poblanas, el mandatario ha tenido la oportunidad de encontrarse con Andrés Manuel López Obrador ya en tres ocasiones.
El 19 de diciembre, cuando tenía apenas tres días de haber sido designado como gobernador, tras la muerte de Miguel Barbosa Huerta, fue convidado a Palacio Nacional con otros mandatarios, para conocer la logística de los Bancos de Bienestar.
Ese mismo día, en esa reunión y en otra con la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, cruzando la Plaza de la Constitución, en sus oficinas del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, estuvo también el titular de Gobernación estatal, Julio Miguel Huerta Gómez.
Después, en la visita del Presidente a Puebla, el 29 de enero, para conocer el avance de la operación del Banco del Bienestar, Sergio sirvió por primera vez de como anfitrión.
Y este 5 de febrero, en la capital de Querétaro, acudió a la conmemoración de la Promulgación de la Constitución y la LXIII Reunión Ordinaria de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), con el resto de los gobernadores y gobernadoras, en un ambiente cordial y hasta con destellos campechanos, en su relación con sus pares. La selfie de Sheinbaum con sus colegas es imperdible.
Sergio Salomón ha sabido caminar este medio centenar de días como gobernador con sus propias capacidades y las de su equipo.
Le ha dado una lección a aquellos que se erigían como “los cercanos” a Palacio Nacional y que pretendieron venderle espejitos y envolverlo en una mentira, en un espejismo, suponiendo que caería en su juego. Esos falsos gestores.
Nadie ha sido intermediario, ningún personaje ha tenido que interceder para que López Obrador y él se estrechan la mano, hayan intercambiado puntos de vista y llegado a acuerdos.
Hay claridad y el horizonte escampa: el gobernador es el único que habla por Puebla. Su legitimidad y sus habilidades lo avalan y le han traído la solidez en la relación con el Gobierno Federal.
La cercanía que le ha prodigado el Presidente se ha ampliado a todo el Gobierno Federal y al Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Sergio Salomón ha hecho recorridos de gestión, cortesía y oficio, además de que ha recibido para temas de trabajo, a los titulares de Gobernación, Adán Augusto López Hernández; del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Zoé Robledo Aburto; al canciller Marcelo Luis Ebrard Casaubon; a la titular de la SEP federal, Leticia Ramírez Amaya; de Comunicaciones y Transportes (SCT), Jorge Nuño Lara.
También al titular de Salud, Jorge Carlos Alcocer Varela; la titular de Protección Civil, Laura Velázquez Alzúa; del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), Juan Antonio Ferrer Aguilar, y la lista se seguirá nutriendo en los próximos días.
Una mención especial tuvo su encuentro en la Ciudad de México con el presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Morena, Mario Martín Delgado Carrillo.
No hay un secretario de Estado con quien el gobernador poblano requiera de falsos “gestores”.
Ha habido de sobra quienes le han insistido en el “yo te llevo, yo te acerco, yo ti siento” con él o con ella.
Resultan inútiles esos fariseos, porque Sergio Salomón y su equipo han destacado con sus propios métodos, su propio trabajo y su oficio político.
El poblano es bien recibido y muy reconocido como una pieza fundamental de la Cuarta Transformación nacional.
Aquellos que apostaban a la “debilidad” del gobernador se han equivocado rotundamente.
En tanto, en lo local no elude ningún conflicto y responde con la palabra precisa y la acción concreta.
Ha tejido fino con partidos y dirigentes aliados y de oposición, con alcaldes, con rectores, con empresarios.
Puebla sigue y enaltece el legado barbosista.
Aquellos que retaron ya están reculando.
Aquellos que se vendieron como indispensables para generar fortaleza ante Palacio Nacional y el Gobierno Federal fueron exhibidos como falsificadores de capacidades y de poder.
Unos y otros han regresado a sus madrigueras.
Seguirán escondidos, abyectos y con la mirada al piso.
Otra vez serpenteando.