Álvaro Ramírez Velasco
En una analogía funesta, que pintó de cuerpo entero el superlativo cinismo de los priístas y panistas de aquella época, el vicecoordinador de los diputados federales de ese partido en la LVII Legislatura (1997-2000) de San Lázaro, Fidel Herrera Beltrán, festejó el 12 de diciembre de 1998 que el Partido Acción Nacional (PAN) hubiera decidido votar con el Revolucionario Institucional (PRI) la reforma para disolver el Fobaproa y sustituirlo por el IPAB (Instituto de Protección al Ahorro Bancario), que endilgó un adeudo transgeneracional a México, por más de 929.7 mil millones de pesos (al corte de 2022), al convertir la deuda privada en deuda pública.
“La Virgen de Guadalupe se ha vestido de azul”, dijo Fidel a un grupo de reporteros, a unos minutos de la votación que concretaría lo que se conoce como “el robo del siglo”.
Ese día, de festejo guadalupano nacional, la iniciativa que había enviado el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León fue avalada con 325 votos a favor de PAN y PRI, contra 159 del PRD, PT, PVEM y algunos panistas y priístas, que conservaron el decoro, el pudor y el nacionalismo.
Ese día es coyuntural en la historia del país y muchas cosas pasaron a partir de entonces. Para entender lo que hoy ocurre, en muchas dimensiones de la vida pública nacional, hay que conocer a detalle ese capítulo.
Dos años después, en las elecciones de 2000, caería el octogenario régimen priísta y, también, por primera vez habría alternancia en la Presidencia de la República.
También, la izquierda comenzó un camino de fortalecimiento e identificación social. Fue un derrotero largo hasta Palacio Nacional, en donde hoy despecha Andrés Manuel López Obrador.
Toda esta referencia viene a cuenta, por la denuncia que ha hecho la presidenciable puntera del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Claudia Sheinbaum Pardo, respecto de ese episodio del Fobaproa (Fondo de Protección al Ahorro Bancario, creado originalmente por Carlos Salinas de Gortari), cuya deuda sigue mermando las finanzas nacionales, mientras algunos de los responsables siguen impunes e, incluso, con aspiraciones políticas actuales. En sus momentos más graves, ha superado los 3 billones de pesos.
Ya en varias ocasiones, la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México ha hecho el ejercicio de memoria y ha condenado a aquellos que fueron responsables entonces.
Por supuesto, el ex presidente Ernesto Zedillo, también el ex secretario de Hacienda, José Ángel Gurría Treviño, a quien se considera el autor intelectual de ese hurto billonario.
Apenas el jueves pasado, en Las Bajadas, en el puerto de Veracruz, la presidenciable volvió a señalar a todos los responsables, desde el entonces mandatario, los altos funcionarios, hasta los diputados federales del PRI y PAN, que aprobaron entonces el Fobaproa-Ipab.
Claudia Sheinbaum hizo un comparativo simbólico de lo que representa “esa derecha que quiere regresar”, ahora convertida y disfrazada también en el Frente Amplio por México, del PRI, PAN y PRD, en contraste con el Movimiento de la Cuarta Transformación (4T).
“Ellos son la oscuridad, nosotros la esperanza; ellos son el pasado, nosotros el futuro; ellos son la oscuridad y nosotros la luz; ellos son la corrupción y nosotros la honestidad…”, dijo y levantó los aplausos y las porras, del auditorio de más de 8 mil personas reunidas en el campo deportivo de esa colonia jarocha.
Algunos de poblanos, hoy vigentes, y algunas de las corcholatas, estuvieron en ese episodio de la historia de México.
Moisés Ignacio Mier Velazco, hoy diputado federal de Morena, y Charbel Jorge Estefan Chidiac, legislador local del tricolor, formaron parte de la bancada priísta de San Lázaro, que con sus votos avaló el “robo del siglo”.
Alejandro Armenta se preparaba para incursionar en la política de manera activa, luego de ser presidente municipal de Acatzingo, cargo que ocupó entre 1993 y 1996.
Marcelo Luis Ebrard Casaubon era diputado independiente y se opuso a la reforma zedillista. Por cierto, protagonizó varios debates fuertes contra el poblano Estefan. Los agarrones eran de antología.
Claudia Sheinbaum concluía su doctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), luego de haber sido una de las líderes del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), que defendió el intento del régimen de privatizar la educación.
José Gerardo Rodolfo Fernández Noroña encabezaba plantones y marchas, contra esa reforma y, a partir de entonces, alcanzó notoriedad tras participar en la fundación de la Asamblea Ciudadana en Defensa de los Deudores de la Banca.
Ricardo Monreal Ávila había dejado hacia un año el PRI y ganó la gubernatura de Zacatecas, ahora con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), cuyo presidente nacional era Andrés Manuel López Obrador.
Adán Augusto López Hernández era ex funcionario en su natal Tabasco y militaba en el PRI. En esos años, hizo una pausa en su carrera política, para atender la Notaría No. 27, en Villahermosa, propiedad de su padre.
Sin duda, habrá a quienes el pasado les tocará ahora a la puerta, desde la memoria histórica.