Álvaro Ramírez Velasco
Con 4.7 millones de potenciales electores en su Lista Nominal, Puebla es el quinto estado que más votos aporta en el país. Su contribución es indispensable para un triunfo en las urnas que lleve al candidato o candidata de Morena -partido que lidera las proyecciones- a Palacio Nacional en 2024.
En la entidad, así ha quedado claro tras el proceso interno morenista que definió a 150 consejeros y consejeras estatales, el barbosismo -los aliados del gobernador Miguel Barbosa Huerta- es el único grupo con presencia estatal, solidez y capacidad de movilización.
No hay otro y por mucho.
Quien vaya a ser el candidato o la candidata del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) a la Presidencia de la República requiere una indispensable alianza con el barbosismo, con ningún otro grupo, porque las demás tribus morenistas poblanas, también es hoy una verdad comprobada, no tienen presencia real, carecen de músculo y son prácticamente inexistentes.
Las pandillas -por decirles de alguna manera- de los Mier, las Vivanco, los Abdala y demás, son marginales y mínimos.
La jornada de este sábado, plagada de acarreo, intentos de compra de votos y violencia, con las que los radicales pretendieron reventar la elección en los 15 distritos electorales federales, dejó 116 de 150 consejeros para el barbosismo.
Fue una paliza contra quienes intentaron condicionar los programas de Bienestar y llevaron camiones a varios de los 40 centros de votación, con la intención de acabarse con antelación las boletas.
El Consejo Estatal de Morena, que el próximo 13 de agosto definirá a los integrantes del Comité Ejecutivo Estatal (CEE), lo controla en 77 por ciento el barbosismo.
El resto, equivalente a 34 consejeros y consejeras, está integrado por militantes fundadores independientes y, apenas un puñado, de miembros de los grupos que en los últimos cuatro años controlaron la dirigencia y secuestraron las decisiones y las candidaturas.
Entre los líderes del barbosismo que llegaron al Consejo están Julio Huerta, director de Gobernación estatal; el presidente del Congreso local, Sergio Salomón Céspedes Peregrina; Karina Pérez Popoca, ex presidenta municipal de San Andrés Cholula; Agustín Guerrero Castillo, ex diputado del PRD y avecindado en Puebla desde hace algunos años, entre otros.
La ventaja de estos nombres y otros más es que no son personajes improvisados, ni los persigue la mácula de haber utilizado el partido para sus fines personales, como sí lo hicieron las pandillas de los Mier, las Vivanco y los Abdala.
Se acabó el secuestro
Una ventaja adicional del proceso de este sábado es que los grupos minoritarios quedaron exhibidos y, por fin, después de cuatro años, se anuló el yugo de las pandillas que controlaron artificialmente a Morena. Secuestraron al partido.
En muchos sentidos, Morena regresa a sus militantes y simpatizantes y se le arrebata a esta cúpula.
Morena deberá entrar ahora a una nueva etapa de representación genuina y cercanía con la gente, que no tuvo antes.
Las candidaturas serán para verdaderos aspirantes y no para las familias, los amigos, las cuotas de cuates y los compadres de los jefes de esas pandillas.
A pesar de haber sido estruendosos, esos grupos son mínimos y sólo ellos se aplauden.
Moisés Ignacio Mier Velazco comprobó que no puede con una elección abierta y que los miembros de su clan son incapaces de aspirar siquiera a candidaturas menores.
Fueron barridos en las urnas y quedó muy claro que la gente los repudia.
El cielo escampa y 2024 comienza a tomar forma en Puebla.