Los Juegos Tres años de restauración, tras la cuasi dictadura
Álvaro Ramírez Velasco/ExilioMx
Tras el régimen de sistemáticas violaciones a los derechos humanos, de abusos permanentes y que exacerbó la de por sí grave desigualdad que sufre Puebla; luego de la horda de ladrones que hizo del gobierno un modelo de negocios; después de la conscupiscencia de una clase política que hoy ha huido enriquecida; al pasar la noche oscura de la cuasi dictadura de ocho años del morenovallismo, que arregló elecciones y perpetró fraudes, han pasado ya dos años y poco más de cuatro meses de un gobierno que llegó en 2019, con Miguel Barbosa Huerta a la cabeza.
De la administración interina poco halagüeño se puede decir, porque en el descontrol y el escaso tiempo de duración, hubo quienes también abusaron, pasando por alto la corrección que Guillermo Pacheco Pulido, mandatario provisional, intentó imprimirle a su ejercicio.
Han pasado en realidad poco menos de esos tres años después de la dictadura del difundo Rafael Moreno Valle Rosas, de José Antonio “Tony” Gali Fayad, como testaferro, y luego del fraude de 2018.
Todo un escenario pinochetista, guardando las proporciones, en Puebla. Con décadas de distancia y a kilómetros del Chile, que gobernó Augusto José Ramón Pinochet Ugarte. Con una duración también menor, solamente ocho años que padecimos los poblanos.
Desde el 1 de agosto de 2019, con el arranque del barbosismo, la restauración ha estado en marcha.
Ése es, junto con los resultados que presentó Barbosa en su Tercer Informe de Gobierno, el mérito de esta administración y de su gobernador: la restauración del Estado de Derecho.
Ya el gobernador explicó, en un discurso que evocó sus tiempos de parlamentario, con prodigiosa memoria y sin leer ni una tarjeta, varias estrategias exitosas en salud, seguridad, la verdadera atención al campo, por encima de las fantochadas y las frases de libros se autosuperación; en economía, turismo cultura y otros rubros.
Pero es la Puebla nueva la que nos toca analizar.
Las formas son otras, el poder es diferente, no solamente se ha desmarcado de excesos del morenovallismo y otros sexenios, sino también se ha definido, en los hechos y sin presumirlo, como republicano.
Este mediodía ante el Congreso del Estado, Miguel Barbosa compareció ante Puebla, ante las poblanas y ante los poblanos.
No fue más el “Día del Gobernador”, sino una cita para rendir cuentas.
Tras la entrega del documento, como marca el Artículo 53 de la Constitución local, el mandatario ofreció su alocución, de memoria y sobre los rubros importantes de su informe.
También su mensaje político, de compromiso con los habitantes del estado.
No hubo, el besamanos de antes. El que, de manera especial, por ejemplo, pervirtió el marinismo y para el que luego el morenovallismo tuvo desplantes faraónicos.
Hoy, la restauración, a pesar de la pandemia y las decenas de vicisitudes, ha estado en marcha y es constante.
Las críticas hacia el actual régimen siguen oscilando solamente en las anécdotas, en el estilo personal de Miguel Barbosa, en posiciones maniqueas o en animadversiones personales, pero no en la esencia.
En contraposición, hay un respaldo que han medido distintas encuestas, que lo meten a los primeros cinco lugares de los 32 mandatarios del país.
Hoy Puebla es otra, aunque pagamos todavía las consecuencias económicas, políticas y sociales de ese pasado avieso.
No hay que olvidar, ni un solo día, qué larga fue la noche de la cuasi dictadura.