Los Juegos Gobernador parlamentario
Álvaro Ramírez Velasco
En muchos sentidos y de muchas formas, la clase política de Puebla sigue sumida en los viejos lodos y las trasnochadas formas del priato y de la cuasi dictadura, que representó la etapa oscura del morenovallismo.
La madurez democrática y el debate abierto y frontal es algo que no acaba de gustarles a los políticos, hombres y mujeres, anquilosados. No a todos y no del todo, afortunadamente.
Pero es indudable que se le dificulta a esa clase digerir el intercambio de ideas y el contraste de pensamientos tan directo.
Para entender el estilo del gobernador Miguel Barbosa Huerta, el primero de izquierda en nuestro estado y además con una esencia política acuñada en el franco debate parlamentario, mucho puede ayudar repasar el discurso que este miércoles ofreció, desde la tribuna del Congreso local, a propósito del Informe de Actividades de la LXI Legislatura.
Barbosa es esencialmente un gobernador parlamentario. Debate, marca límites en la convivencia democrática, contesta, rebate, argumenta y, sobre todo, dialoga.
“Véanme como un gobernador parlamentario, o como un parlamentario gobernador. Véanme como su par, sentado ahí, debatiendo, discutiendo, bromeando, divirtiéndose en el trabajo legislativo, siempre alegre, enojándose, contentándose, así deben de ser ustedes”, recomendó a los legisladores de todos los partidos, en la sesión de este 7 de septiembre.
En la esencia de la teoría política el debate parlamentario es un bien muy preciado y que debiera ser abundante también.
Puebla lo ha comenzado a vivir con este régimen y con este gobernador, con una intensidad que le ha costado asimilar a la clase política. A veces es de cristal, pero no cristalina.
“A ver, que nadie se espante de lo que se diga en un debate, que nadie se espante de una expresión, frase, de discurso, en el sentido que fuere, que haya otro igual, o peor”, fue otro momento del discurso que seguramente muchas de las diputadas y diputados supieron leer con atención.
En el intercambio de ideas y la confrontación -en el más estricto sentido de la palabra, que significa comparación- de posiciones debiera existir madurez. Ningún actor político puede esperar que la contraparte se quede callada ante las descalificaciones. ¡Qué fácil es gritarle al silencio, pero aquí no!
La máxima pueril también en política funciona: el que se lleva, se aguanta.
“Yo se los digo porque conozco un poquito de esto (la vida parlamentaria) que ustedes hacen, y cómo los envidio, vivir en este mundo del debate, créanme que sí.
“Entonces, blinden su actividad legislativa y sean grandes guerreros para la sociedad y para sus partidos. No nos espantemos de nada, vámonos al debate en Puebla, sin restricciones, sin amenazas, por primera vez así en el estado de Puebla”, fue otra parte del discurso de Miguel Barbosa, que es claridoso.
Sólo para recordar, el hoy gobernador fue diputado federal a la LVIII Legislatura (2000-2003) de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, la primera del sexenio de Vicente Fox, en la transición, luego de un priato de más de 70 años.
Fue una legislatura de agrios encontronazos desde la tribuna. El poblano subió, si la memoria no falla, más de 120 veces en ese ejercicio y tuvo enfrentamientos memorables, desde su posición de izquierda.
Luego pasó muchos años en el debate interno partidista, en el entonces PRD, donde tuvo varios cargos y fue el coordinador nacional de la corriente hegemónica, Nueva Izquierda.
Si en un partido los debates eran acalorados y a veces hasta llegar a la violencia física, era ahí.
Después, entre 2012 y 2018, fue senador y presidió la Cámara Alta entre 2014 y 2015, con una alineación de pesos completos de todos los partidos y como opositor al régimen peñista-priísta.
Es un político con mucha experiencia, pero sobre todo un político que debate, que no les teme a las palabras; que como buen tribuno tiene léxico amplio y sabe utilizarlo con precisión.
Hoy, con una frase breve definió la esencia de su estilo y su propuesta personal como político. Barbosa es, según su autodefinición, un “gobernador parlamentario”.
Entendido eso, como casi la mayoría de los diputados de la actual legislatura lo hicieron y lo recibieron de buen talante y sin reticencias, toma sentido otra de sus frases, en una de sus conferencias matutinas: “déjense venir”.