Congreso Constitucional (o la oposición como florero)
Álvaro Ramírez Velasco
Hace un cuarto de siglo que en Puebla no se configuraba un Poder Legislativo local con una mayoría calificada que pueda erigirse, de facto, como un Congreso Constitucional, que modifique con suficiencia, sin necesidad de negociar con la oposición, la Carta Magna del estado.
Desde la toma de posesión de Melquiades Morales Flores (1999-2005), hace 25 años, ningún gobernador había llegado con tal holgura y fuerza legislativa de su bancada o sus bancadas.
En su tiempo, el último gobernador priísta que es recordado con afecto y que puede andar por las calles del estado con la cara en alto, tuvo 26 de 39 curules que en ese entonces integraban el Poder Legislativo estatal. Fue una mayoría calificada, con posibilidades de reformar la Constitución por sí sola.
Alejandro Armenta, el mandatario electo más votado en la historia poblana, llegará con 30 de 41 curules a su favor, integradas por diputadas y diputados de los partidos que lo postularon a la gubernatura: Morena, PT, PVEM, Panal y Fuerza por México.
Se trata de una mayoría calificada compuesta que, sobradamente, se basta para reunir las dos terceras partes de los 41 votos posibles, para modificar la Constitución del Estado Libre y Soberano de Puebla, en la LXII Legislatura (2024-2027) que comenzará el próximo 15 de septiembre.
Claro que las reformas constitucionales luego deben ir al aval de la mitad más uno de los cabildos de los 217 ayuntamientos, lo que para los partidos aliados de Armenta es simple trámite.
En entrevista con este reportero, el secretario general del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en Puebla, el luchador de izquierda de tantos años y tantas batallas, Agustín Guerrero Castillo, hizo una reflexión al respecto:
“Es prácticamente un Constituyente (la conformación del Congreso local para la próxima legislatura), un voto que permite impulsar una reforma constitucional de fondo en muchos temas, sociales y de diseño de las instituciones”, enfatizó.
Tiene razón Guerrero Castillo y eso debe entenderse como una buena noticia.
Alejandro Armenta y sus bancadas aliadas tienen una aplanadora legislativa que podrá mejorar las normas poblanas, incluida, por supuesto la Constitución, y que podrá ir a una reconstrucción, desde sus cimientos, del Estado en lo que se refiere a la entidad poblana.
“Es una decisión del pueblo refrendar la Cuarta Transformación (4T) y, además, le da derecho a reformas constitucionales. Esta mayoría permitirá concretar la transformación que iniciamos en 2018”, agregó en entrevista Agustín Guerrero.
Sobre eso, la oposición tiene mucho que analizar. La mayoría aritmética le dio la espalda a la derecha, la repudió. No la volteó siquiera a ver con seriedad.
Las diatribas contra esa misma mayoría, al descalificarla por el apoyo a la 4T en Puebla y en el país, el reiterado denuesto de llamarla con desprecio “ignorante, ilusa y pendeja”, y hasta tildarla de “naca”, tuvo una severa sanción.
¿Cómo pretendes obtener que esa mayoría aritmética se cambie de bando, si te has pasado escupiéndoles a la cara y ofendiéndolos desde tu visión clasista, sectaria y fascista? Imposible. Pero la derecha no lo entendió.
Los votos que decidieron apoyar para la Presidencia a Claudia Sheinbaum Pardo y en Puebla a Alejandro Armenta, también mayoritariamente apoyaron a los abanderados legislativos.
El aval fue completo.
La aplanadora legislativa fue también un mensaje popular.
Mandar a la oposición al sótano de la irrelevancia fue también mandato.